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El Camino de Aníbal Jaén - Roma 18 de Julio / 7 de Agosto de 2003 |
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Día 7 - Caspe > Balaguer Jueves, 24 de julio de 2003 Salgo de Caspe a las 7:30, perseverando con la N-211 que discurre ahora paralela a un río Ebro que aparece a tramos para esconderse luego tras unas colinas que son auténticas rompe piernas. Cruzo el Ebro a la altura de Mequinenza, donde paro a tomar un segundo desayuno mientras comienzo a escuchar catalán. Junto a este pueblo, todavía aragonés, vierte sus aguas al Ebro el río que me llevaría hasta la misma frontera con Francia, el Segre. Entro en la provincia de Huesca y tomo dirección Fraga, pasando por debajo de la autopista del Ebro. Da gusto circular por unas carreteras tan llanitas después de la cuesta que me he comido... Me armo un lío a la altura de Fraga, ya que han convertido la N-II en autovía y tengo que llegar a Lérida por la vía de servicio, sin mayor novedad. Entro a Lérida para comprar una luz trasera para la bici en previsión de los túneles que me esperan en Pirineos y Alpes. No me costó mucho trabajo encontrar una tienda de juguetes donde tenían de todo para las bicis. Allí, muy catalana la dependienta, me ruega que pague en efectivo en lugar de con tarjeta para ahorrarse así la comisión... a cambio me indica cortésmente cómo salir de la capital en dirección a Balaguer. Paro a tomar un bocata en un bar de carretera en la misma salida de la ciudad y sin mucha dificultad tomo la dirección correcta. La 1313 es una carretera fenomenal en cuanto a firme y pendiente, pero ya comienza a ser molesto el tráfico. Echo de menos la soledad que a mi bici y a mí nos ha acompañado hasta ahora. Llego a Balaguer sobre las 15:00, alojándome en el hotel Balaguer, junto al mismo Segre. Dejo la bici en el garaje y me echo una merecida siesta bajo el ventilador de techo de mi habitación. Otra vez pierdo tiempo y distancia exactos del cuentakilómetros con las prisas. Por la tarde me doy el paseíto obligado; hay mucho que ver y un castillo en todo lo alto que mi cabeza me dice que visite pero mis piernas se niegan a obedecer. Compro el desayuno para el día siguiente y más tarde ceno de nuevo menú en un bar cerca del hotel. Tengo mono de pasta y como unos spaghettis deliciosos. Regreso más tarde para dormir bajo el ventilador. Ya estoy cerca de Pirineos pero el calor no cede.
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