Carro tirado por elefantes

El Camino de Aníbal

Jaén - Roma

18 de Julio / 7 de Agosto de 2003

 

Día 4 - Casas-Ibáñez > Santa Cruz de Moya

Lunes, 21 de julio de 2003

Hoy era el día fijado para saber si había superado mi lesión. Además, debía comprobar si la cura que me había hecho y los apósitos que coloqué sobre la verruga me permitirían montar en bici. Salgo a las 7:50 de Casas-Ibáñez después de desayunar en el Hotel. Allí pregunto al personal cómo dirigirme a Utiel sin pasar por Requena. La meseta y encinares dejan paso a un paisaje más abrupto y pinares. Incluso me divierto en una bajada preciosa, respirando la resina de los pinos a las primeras horas de la mañana. Bajo hasta el lecho del Cabiel, que hace de frontera entre Castilla y Valencia. Allí el empleado de una gasolinera, que muy amablemente me deja utilizar los aseos y llenar los botes, me advierte con un 'vas a crujir' de las rampas que me esperan, según me dice del 10%. Y tenía razón el simpático gasolinero, la mezcla de rampas y calor se me hizo muy dura. Si ya resulta increíble la capacidad humana para sufrir, me cuesta aún más trabajo entender cómo se pueden olvidar unos momentos tan amargos, porque ahora mismo aunque me esfuerce no puedo ni intentándolo buscar un mal recuerdo de esta subidita. Paro a merendar en Los Isidros, donde después de una pronunciada bajada abandono definitivamente la N-322 tomando a la izquierda un camino vecinal que me llevaría hasta Utiel. Este atajo resulta bastante atractivo, con un paisaje mediterráneo que me recordaba mucho mis rutas por los alrededores de Jaén. Llego a Utiel y entro a la ciudad para comprar en una farmacia más apósitos y regalarme un pastel de tarta de manzana y un batido. Repuesto de mis fatigas, tomo la N-330 en dirección Sinarcas, para dejar la provincia de Valencia y entrar en la de Cuenca. Acercándonos a ésta última, es increíble la muralla geológica que se ofrece a la vista; por mucho que se examine parecía una pared insalvable entre ambas provincias. Me desespero entre tanta cuesta, no sé cómo llego exhausto a Talayuela. Pregunto en el primer bar que encuentro qué tienen de comida, allí me dirigen a una pensión donde pido un menú. Descanso a la sombra en un parque, donde soy la atracción del día de los jubilados, que discuten un buen rato acerca de la potabilidad del agua de la fuente del parque. Amables, me indican un camino a Santa Cruz de Moya con el que se ahorran unos pocos kilómetros y se pierde de vista el tráfico. Subiendo, empiezo a ver los primeros molinos de viento, que tanto llegué a odiar la jornada siguiente. Desde Manzaneruela hay una bajada increíble hasta Santa Cruz de Moya, final de etapa.

Panorámica de Santa Cruz de Moya

Llego sobre las 17:00 a la Posada Manolón, pero pierdo el tiempo exacto al manipular el cuentakilómetros. Dejo la bici en la planta baja, junto al bar de la posada. Me tomo un merecido descanso y paseo por el pueblo, donde por primera vez en este viaje oigo hablar catalán e incluso francés. Triste fin de los pueblos castellanos. Tomo un par de helados y compro en la tienda del pueblo el desayuno para el día siguiente. La cena toca en la posada y voy a la cama pronto. La rodilla no duele y las curas parece que van haciendo efecto en mi dolorido trasero.

Distancia: 115,57 Km Tiempo: 6:30:00 Vel. media: 17,78 Km/h
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