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El Camino de Aníbal Jaén - Roma 18 de Julio / 7 de Agosto de 2003 |
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Día 16 - Asti > Piacenza Sábado, 2 de agosto de 2003 Me levanto temprano y desayuno en el hotel. Tengo a mi disposición todo el comedor y a la rubia estirada, así que me corto un poco y no arramplo con todo como el día anterior. Me pongo en marcha las 7:45 y retomando la SS-10, alcanzo relativamente pronto Alessandria. Atravieso la ciudad sin mucha confusión, después de preguntar apenas un par de veces a los lugareños. Por fin me he decidido por elegir la ruta interior, desechando la ruta genovesa más que nada por el presumible tráfico que me encontraría seguramente en la carretera costera. Fijado pues el objetivo de hoy en Piacenza, sigo en dirección a Tortona. Cuando llego a esta última, me encuentro con obras en los accesos. Cometo la equivocación de preguntar a un carabinieri, que me manda en dirección equivocada, cómo no. Menos mal que desconfiando del uniformado vuelvo a preguntar y esta vez me orientan un poco mejor. De nuevo me lío por culpa de las obras y vuelta a preguntar; esta vez un abuelete que iba en bicicleta me acompaña hasta la misma salida. Paso Voghera, es demasiado pronto y no me apetece comer, así que decido seguir. Caen más kilómetros, y al llegar a la altura del cruce para Stradella el estómago no puede ya más. Falta mucho todavía hasta Piacenza y no encuentro ningún sitio en mi camino para comer. Entro a algunos bares pero ninguno servía comida, así que resignado me tomo un refresco para engañar el hambre. Polvo, sudor, hierro, el juanito pedalea. Son casi las dos y el calor es agobiante. Italia y España comparten la misma zona horaria, pero al estar ellos más hacia el este en la práctica existe una hora de diferencia; amanece aproximadamente una hora antes y suelen comer una o dos horas antes que nosotros. Cuando ya veía todo negro, encuentro un restaurante justo en mis narices. Entro y como venía siendo costumbre, soy el único cliente. Tomé unos spaghetti a la carbonara que me supieron a gloria. Lo más divertido de todo fue que cuando pedí 'il conto', el dueño estuvo charlando un rato conmigo, preguntándome de dónde venía, dónde quería ir, cuántos días llevaba de ruta, etc. y al final, después de darme la mano, no quiso cobrarme. Así debió de verme de necesitado el buen hombre. De nuevo en marcha, apenas he alcanzado la región de Emilia romagna me tropiezo con una señal en la carretera cuyo logotipo me sonaba: es un cartel que anuncia el paso de la Vía Francígena. Me llena de emoción ver la señal y me alegro de haber elegido la alternativa interior. Por fin llego a las 15:45 a Piacenza. Entrando a la ciudad, un motorista me orienta hacia el centro. Doy una enorme vuelta junto a las murallas y un cartel me dirige hasta la misma puerta del hotel Milano. Otra vez pierdo el tiempo exacto al manipular el cuentakilómetros con los nervios de la llegada. En recepción me advierten que por la noche habrá un poco de ruido, ya que Manu Chau daban un concierto precisamente en un parque junto al hotel. Una camarera del hotel me acompaña hasta la cochera para dejar allí mi bici y tras la rutina diaria salgo a conocer la monumental ciudad. Me tomé un helado enorme que casi me quita el hambre; compré algo de fruta y pizza y con esto di por concluida la cena. Creo que mi cansancio debía estar a prueba de bombas, porque del concierto ni me enteré una vez que cerré los ojos.
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