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El Camino de Aníbal Jaén - Roma 18 de Julio / 7 de Agosto de 2003 |
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Día 11 - Durban les Corbiéres > Montpellier Lunes, 28 de julio de 2003 Me levanto temprano, pero no puedo salir tan pronto como quisiera al no haber llegado aún ningún empleado del hotel. Aprovecho mientras tanto para desayunar, comprando pastelitos en una panadería y finalmente salgo a las 7:50 en dirección a Narbona. A un par de kilómetros del pueblo dejo la D-611 para coger una de sus variantes, la D-611A que me lleva hasta la N-9. El resto de la jornada transcurriría en carreteras como ésta, con pendientes prácticamente nulas aunque con tráfico intenso y arcenes plagados de cristales. Llego sin mayor novedad a nuestra antigua capital visigótica y paro para tomar un segundo desayuno en una pastiserie. También aprovecho para comprar una telecarte, ya que las cabinas telefónicas no admiten monedas. Allí me informa el dependiente que debo seguir dirección Coursan para no liarme y acabar en la autopista. Sigo pues la N-9 y a un ritmo bastante bueno alcanzo Béziers. El día se presume caluroso, así que con mucha pena tengo que renunciar a visitar el centro histórico, igual que me ocurrió con Narbona y tantas otras ciudades. Me conformo con quedarme en las afueras de esta ciudad y buscar ávido alguno de mis comercios favoritos, una Boulangerie-pastiserie donde saciar el hambre. La suerte me conduce hasta una pizzería donde meriendo y cuyo dependiente me recomienda tomar la carretera costera para ir a Montpellier, que aunque puede tener un par de kilómetros más que la ruta por el interior es más interesante. Siguiendo su consejo, salgo de Béziers y tomo la N-112, en rumbo al mediterráneo. Después de unos kilómetros de tráfico intenso, con atasco incluido, la recompensa es grande cuando se alcanza el cabo d'Agde y llegamos a una carretera que transcurre durante 20 kilómetros junto la playa de Sète. Es realmente emocionante y duro a la vez no poder parar para tomar un baño. Una vez en la ciudad de Sète, la distancia a Montpellier sobre el plano parece ya poca. Hace mucho calor y sol, así que paro en una gasolinera a refrescarme. Sigo, pero las piernas se niegan y vuelvo a parar enseguida en la misma Sète. Compro algo más de comida en una pizzería y en la sombra de la parada del autobús me relajo y decido esperar al menos media hora para recuperarme. Es increíble el calor que pudo hacer aquel día. Armado de valor, reemprendo la marcha y no tomo la N-112 como pretendía, que me parecía más directa. Sin saber cómo, voy en dirección a la N-113 que también va a Montpellier aunque quizás con algo más de recorrido. De cualquier manera, no tengo el cuerpo como para dar la vuelta y liarme más así que sigo adelante, con un poco de preocupación por los accesos a esta gran ciudad. Finalmente no tuve muchas complicaciones, aparte de una rotonda en torno a la que di un par de vueltas para asegurarme de no meter la pata. Entro a la ciudad, y buscando siempre dirección centro rápidamente veo un cartel informativo que me dirige al Hotel Myrtes, donde llego sobre las 16:15. Me atiende una chica de color que habla español y me aloja en una habitación con terraza donde me permite dejar la bicicleta. La habitación era para verla, toda de colorines, especialmente de tonos morados. Descanso un rato y cuando el calor ha cedido un poco, salgo a la calle, buscando cómo no la sombra. El hotel no estaba lejos del centro de la ciudad, por cierto muy bonita y moderna, con parques enormes y muchas calles comerciales. Me tengo que dar prisa para ir a comprar la cena en un intermarché. Un poco cara la comida, pero lo que peor llevaba era ver en la sección de carnicería ¡carne de caballo! No ha estado mal la etapa de hoy. Mañana tengo que cruzar el Ródano y hay que descansar.
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