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El Camino de Aníbal Jaén - Roma 18 de Julio / 7 de Agosto de 2003 |
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Día 6 - Utrillas > Caspe Miércoles, 23 de julio de 2003 Salgo a las 7:50 de Utrillas, después de desayunar en la habitación del hotel. La etapa programada para hoy era de las más cortas; además en buena lógica, como terminaba junto al Ebro debería ser prácticamente cuesta abajo... poco después me daría cuenta de mi error de cálculo. Los comienzos, en efecto, no son malos. Bajo hasta el cruce de la N-420 con la N-211, que cojo en dirección Zaragoza. En Montalbán paro un rato para hacer una breve revisión de la bici. Los días no pasan en balde, ésta es la sexta jornada de ruta y todavía no he tocado la bici ni lo más mínimo, así que en una gasolinera reviso presión de cubiertas y engraso cambios y frenos. A partir de Montalbán, me encuentro con más cuestas y calor del esperado, parece que nunca voy cuesta abajo. Meriendo en un bar de carretera del término de Gargallo un bocata estupendo que me da fuerzas para seguir hasta Alcorisa, donde una avispa me deja un recuerdo de mi paso por el pueblo. Quejumbroso, llego al pueblo de los tambores y los melocotones, Calanda. Allí como no, cae un bollo típico del pueblo y me refresco en una copiosa fuente junto a los jubilados de turno, con quienes departo un rato. Miro y remiro el plano, todo parece indicar que sólo restan cuestas abajo para terminar la etapa. Así parece ser hasta Alcañiz, donde viendo los pocos kilómetros que quedan decido no parar ni para coger agua. Parece mentira, pero vuelvo a cometer el mismo error de la segunda jornada. Otra vez me veo en la inmensa nada entre dos provincias y sin agua, por la tremenda negligencia de no perder unos minutos en coger agua, imperdonable. Entre Teruel y Zaragoza las fronteras naturales no llegan a los extremos que había conocido anteriormente, pero haberlas haylas. Gracias a que mi forma física había mejorado y que esta etapa no era muy exigente, llego a Caspe sobre las 14:00 sin más contratiempos. Entrando en la ciudad del compromiso, me dirijo rápidamente el hotel Magallón Cortés, donde me permiten dejar la bici en una esquina del salón de TV. Me da tiempo de arreglarme antes de ir a comer a la pensión de enfrente, y de vuelta al hotel me encuentro con un equipo de ciclistas cántabros que, esponsorizados por su comunidad, están recorriendo el Ebro desde su nacimiento hasta la desembocadura. Me dan una envidia enorme, eso sí que es hacer una ruta en condiciones... se han traído hasta un autobús de apoyo donde viajan las señoras. Veo junto a ellos una parte de la etapa del tour y me animan a seguir adelante. Por la tarde diluvió de 17:00 a 18:00 y una vez que escampa me doy un paseo por la ciudad y compro cena y desayuno en el súper. Me choca un poco no poder ver aún el Ebro, me lo imaginaba junto a la misma ciudad. Como siempre, me acuesto pronto y duermo como un leño.
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